lunes, 22 de noviembre de 2010

LAS PEQUEÑAS Y VALIENTES GOLONDRINAS

Cierta vez, hubo una inundación en un inmenso bosque. El coro de nubes, que debían anunciar la vida, esta vez anunció la muerte. Los grandes animales, para no ahogarse, huyeron, dejando incluso a sus crías detrás. Arrasaban con todo lo que encontraban a su paso. Los animales más pequeños seguían su rastro. De repente una pequeña golondrina, completamente empapada, apareció a contracorriente, buscando a quien salvar. Las hienas observaron la actitud de la golondrina, que les pareció muy llamativa. Le dijeron: “¡Estás loca!, ¿qué puedes hacer con un cuerpo tan frágil?”. Los buitres graznaron: ¡Sé realista, date cuenta de tu pequeñez!”. Por donde pasaba, la frágil golondrina era ridiculizada. De todos modos, ella seguía buscando insistentemente a alguien a quien salvar. Sus alas se movían fatigadas, cuando vio un pequeño polluelo de pájaro mosca debatiéndose en el agua, a punto de ahogarse. Aunque nunca había aprendido a nadar, la golondrina se arrojó al agua y, con mucho esfuerzo, tomó al pequeño pájaro del ala izquierda. Después, salió volando con él del pico.
Cuando alzó el vuelo encontró a las hienas, que no tardaron en decir: “¡Loca!¡quieres ser una heroína!”. Pero ella no se detuvo; estaba muerta de cansancio, pero solo descansó después de dejar al pequeño picaflor en un lugar seguro. Horas después se encontró con las hienas debajo de una sombra. Mirándolas a los ojos les espetó: ““Solo me siento digna de mis alas si las utilizo para hacer que otros vuelen”.
AUGUSTO CURY
Moraleja: “Sed dignos de vuestras alas. Los grandes objetivos se conquistan en la insignificancia, los grandes actos se realizan en la pequeñez.”