martes, 8 de noviembre de 2011

EL ÁRBOL DE LA AMISTAD

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos. Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestra lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien. Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz. Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies. Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca. Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra. El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino. Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrán de los que no nos dejarán nada. Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad Autor Marcus

lunes, 26 de septiembre de 2011

LA INVASIÓN DE LAS COMPUS

Hace no mucho tiempo, existìa un pueblo donde todos eran felices. Un dìa, un viajero venido de la capital, llegò con un montòn de cajas, anunciando que traìa una gran ganga para los moradores del poblado.
"Computadoras nuevas" dijo el hombre, " Si no tienen computadoras, entonces estàn en la edad de piedra."
Pronto, las abuelitas, niños, adultos, y jòvenes, estaban conectados a la red las 24 horas del dìa, los 365 dìas del año.
Hasta ahì todo estaba bien. Pero, como suele pasar cuando algo se vuelve una obsesiòn, pronto la vida pacìfica y risueña de los pobladores se transformò radicalmente.
La gente ya no le importaba salir de la casa, platicar con los vecinos, o pasear al chucho, porque lo ùnico que querìan era estar frente a la compu todo el tiempo posible. Ahì podìan ver sus programas favoritos, bajar canciones y archivos,hablar con el novio, o pagar las cuentas y consultar el pronòstico del clima.
Pronto, el pueblo pareciò volverse fantasma. Sus calles estaban vacìas la mayor parte del tiempo, y los màs afectados fueron los niños. De pronto, de tanto tiempo de estar encerrados, y sentados sin parpadear, sus ojos se volvieron opacos y rojos, sus cuerpos fofos, como gelatina, y sus caras pàlidas por falta de la luz del sol.
Los doctores, alarmados, pensaron en una epidemia, y recetaron vitaminas, jarabes y comidas especiales para los niños del pueblo. Luego se culpò a la contaminaciòn ambiental, y, como suele pasar, al gobierno. Pero los niños no mejoraban.
Un mañana de primavera, llegò al lugar una familia que venìa del campo, con su hijo Esteban. Era un niño muy diferente a ellos, con la piel bronceada, los ojos brillantes, y la sonrisa en el rostro. Los niños de la escuela lo rodearon, preguntàndole:
- ¿ Tienes tu compu portàtil, o en casa?
- No sè de què me hablan- dijo el niño- De donde vengo, no tenìamos eso.
" Què raro es" pensaron todos, vièndolo como si fuera un extraterrestre con siete patas y cinco ojos morados. Lo dejaron solo, mientras se iban a sus casas a seguir conectados a sus màquinas. Uno de ellos, Andrès, se sintiò curioso por ver lo que hacìa el nuevo para divertirse, y lo siguiò a escondidas.
Esteban caminò hacia el jardìn, y adentràndose entre los arbustos, se puso a charlar con alguien. Cuando Andrès intentò mirar, Esteban lo cachò, y le dijo,
amablemente:
- Estoy hablando con los grillos. Dicen que han tenido una noche magnìfica, de concierto. ¿Quieres venir a echarte el chal con ellos?
- Pero yo no sè còmo hablar su lenguaje- dijo Andrès.
- ! Todos sabemos còmo hablar con los animales, nada màs que se nos olvida! - le dijo Esteban.
Pasaron una tarde deliciosa, brincando charcos, hablando con las ranas y animales de los alrededores, y trepando a los àrboles. Cuando llegò la hora de la cena, y Andrès entrò corriendo a su casa, su mamà pegò un grito:
" !! Dios Santo, este niño està enfermo!!"
Sus cachetes estaban colorados, sus ojos ya no estaban hundidos y su piel habìa dejado de ser pàlida. Cuando el doctor lo vio, dijo, muy asombrado:
- Este niño està completamente sano, y muy recuperado.
Andrès les confesò su pequeña aventura de la tarde, y pronto la voz se corriò de lo que habìa sanado a este pequeño. Esteban y su familia fueron abordados por cientos de papàs y sus hijos, y el papà de Esteban sòlo atinò a decirles:
- Yo creo que si los niños de este pueblo vuelven a ser niños, a brincar, a jugar, y a volar cometas por los parques, ahì està la soluciòn.
Desde entonces, las compus dejaron de ser las reinas del poblado, y se volvieron lo que estaban destinadas a ser de entrada, una herramienta para la vida, pero no màs importante que los mismos seres humanos. Y los bosques, y los parques, y las calles del pueblo, volvieron a llenarse de vida, de risas y de gente, como antes de la invasiòn de las compus...
Y COLORÌN, COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO...
Rocío Acosta

lunes, 22 de noviembre de 2010

LAS PEQUEÑAS Y VALIENTES GOLONDRINAS

Cierta vez, hubo una inundación en un inmenso bosque. El coro de nubes, que debían anunciar la vida, esta vez anunció la muerte. Los grandes animales, para no ahogarse, huyeron, dejando incluso a sus crías detrás. Arrasaban con todo lo que encontraban a su paso. Los animales más pequeños seguían su rastro. De repente una pequeña golondrina, completamente empapada, apareció a contracorriente, buscando a quien salvar. Las hienas observaron la actitud de la golondrina, que les pareció muy llamativa. Le dijeron: “¡Estás loca!, ¿qué puedes hacer con un cuerpo tan frágil?”. Los buitres graznaron: ¡Sé realista, date cuenta de tu pequeñez!”. Por donde pasaba, la frágil golondrina era ridiculizada. De todos modos, ella seguía buscando insistentemente a alguien a quien salvar. Sus alas se movían fatigadas, cuando vio un pequeño polluelo de pájaro mosca debatiéndose en el agua, a punto de ahogarse. Aunque nunca había aprendido a nadar, la golondrina se arrojó al agua y, con mucho esfuerzo, tomó al pequeño pájaro del ala izquierda. Después, salió volando con él del pico.
Cuando alzó el vuelo encontró a las hienas, que no tardaron en decir: “¡Loca!¡quieres ser una heroína!”. Pero ella no se detuvo; estaba muerta de cansancio, pero solo descansó después de dejar al pequeño picaflor en un lugar seguro. Horas después se encontró con las hienas debajo de una sombra. Mirándolas a los ojos les espetó: ““Solo me siento digna de mis alas si las utilizo para hacer que otros vuelen”.
AUGUSTO CURY
Moraleja: “Sed dignos de vuestras alas. Los grandes objetivos se conquistan en la insignificancia, los grandes actos se realizan en la pequeñez.”

miércoles, 27 de octubre de 2010

“Los calaguarris”

Sucedió que las costas y mares de la tierra se llenaron de una especie animal muy dañina y contaminante, parecida a un calamar, a los que se llamó "calaguarris". Los calaguarris eran numerosísimos e imposibles de atrapar, pero lo peor era que llenaban las aguas del mar de aceites, latas, papeles y todo tipo de basuras. La situación era terrible, pues el planeta se contaminó a toda velocidad, y se organizaron cazas y equipos de investigación avanzadísimos para intentar acabar con aquella plaga. Pero nadie era capaz ni siquiera de pescar un calaguarri.
Pito Pescaito fue el primero en conseguirlo. Era un niño que vivía en una pequeña aldea de pescadores y cuando enseñó su calaguarri se convirtió en el niño más famoso del mundo. A la aldea llegaron sabios, científicos y gobernantes de todas partes para estudiar aquella especie. Todo se preparó para abrir al animal, e incluso iba a ser retransmitido por televisión a todo el mundo...
Así que todo el mundo alucinó cuando al abrir el calaguarri descubrieron una minúscula nave espacial del tamaño de zapato con unos marcianitos dentro. Resultó que eran simpáticos y divertidos, y muy listos, y en muy poco tiempo estaban hablando con los gobernantes del mundo, todos muy enfadados con la actitud tan sucia y contaminante que tenían con el planeta. Así que todos esperaban una explicación para un comportamiento tan poco civilizado...
- Venimos de un planeta que iba a ser destruido - comenzaron explicando-. La tierra nos gustó tanto, que estuvimos días espiando lo que hacíais los humanos, para poder quedarnos aquí haciendo lo mismo y que fuerais felices. Por eso, al ver que plantabais latas, papeles y aceites, inventamos unas máquinas carísimas que hacían lo mismo, y escondidos en disfraces de calamar, tratamos de vivir felices y en paz. ¿Estáis contentos? ¿podemos quedarnos? por fiiii....Los calaguarris se quedaron esperando una respuesta. Pero nadie dijo nada. Todos, hasta los que lo veían por televisión, estaban rojos de vergüenza, recordando la última vez que habían tirado un papel o un poco de aceite al suelo. Y todos los que lo vimos, seguimos recordando cómo unos inocentes marcianitos nos hicieron darnos cuenta de lo poco que cuidábamos el planeta.