lunes, 22 de noviembre de 2010

LAS PEQUEÑAS Y VALIENTES GOLONDRINAS

Cierta vez, hubo una inundación en un inmenso bosque. El coro de nubes, que debían anunciar la vida, esta vez anunció la muerte. Los grandes animales, para no ahogarse, huyeron, dejando incluso a sus crías detrás. Arrasaban con todo lo que encontraban a su paso. Los animales más pequeños seguían su rastro. De repente una pequeña golondrina, completamente empapada, apareció a contracorriente, buscando a quien salvar. Las hienas observaron la actitud de la golondrina, que les pareció muy llamativa. Le dijeron: “¡Estás loca!, ¿qué puedes hacer con un cuerpo tan frágil?”. Los buitres graznaron: ¡Sé realista, date cuenta de tu pequeñez!”. Por donde pasaba, la frágil golondrina era ridiculizada. De todos modos, ella seguía buscando insistentemente a alguien a quien salvar. Sus alas se movían fatigadas, cuando vio un pequeño polluelo de pájaro mosca debatiéndose en el agua, a punto de ahogarse. Aunque nunca había aprendido a nadar, la golondrina se arrojó al agua y, con mucho esfuerzo, tomó al pequeño pájaro del ala izquierda. Después, salió volando con él del pico.
Cuando alzó el vuelo encontró a las hienas, que no tardaron en decir: “¡Loca!¡quieres ser una heroína!”. Pero ella no se detuvo; estaba muerta de cansancio, pero solo descansó después de dejar al pequeño picaflor en un lugar seguro. Horas después se encontró con las hienas debajo de una sombra. Mirándolas a los ojos les espetó: ““Solo me siento digna de mis alas si las utilizo para hacer que otros vuelen”.
AUGUSTO CURY
Moraleja: “Sed dignos de vuestras alas. Los grandes objetivos se conquistan en la insignificancia, los grandes actos se realizan en la pequeñez.”

miércoles, 27 de octubre de 2010

“Los calaguarris”

Sucedió que las costas y mares de la tierra se llenaron de una especie animal muy dañina y contaminante, parecida a un calamar, a los que se llamó "calaguarris". Los calaguarris eran numerosísimos e imposibles de atrapar, pero lo peor era que llenaban las aguas del mar de aceites, latas, papeles y todo tipo de basuras. La situación era terrible, pues el planeta se contaminó a toda velocidad, y se organizaron cazas y equipos de investigación avanzadísimos para intentar acabar con aquella plaga. Pero nadie era capaz ni siquiera de pescar un calaguarri.
Pito Pescaito fue el primero en conseguirlo. Era un niño que vivía en una pequeña aldea de pescadores y cuando enseñó su calaguarri se convirtió en el niño más famoso del mundo. A la aldea llegaron sabios, científicos y gobernantes de todas partes para estudiar aquella especie. Todo se preparó para abrir al animal, e incluso iba a ser retransmitido por televisión a todo el mundo...
Así que todo el mundo alucinó cuando al abrir el calaguarri descubrieron una minúscula nave espacial del tamaño de zapato con unos marcianitos dentro. Resultó que eran simpáticos y divertidos, y muy listos, y en muy poco tiempo estaban hablando con los gobernantes del mundo, todos muy enfadados con la actitud tan sucia y contaminante que tenían con el planeta. Así que todos esperaban una explicación para un comportamiento tan poco civilizado...
- Venimos de un planeta que iba a ser destruido - comenzaron explicando-. La tierra nos gustó tanto, que estuvimos días espiando lo que hacíais los humanos, para poder quedarnos aquí haciendo lo mismo y que fuerais felices. Por eso, al ver que plantabais latas, papeles y aceites, inventamos unas máquinas carísimas que hacían lo mismo, y escondidos en disfraces de calamar, tratamos de vivir felices y en paz. ¿Estáis contentos? ¿podemos quedarnos? por fiiii....Los calaguarris se quedaron esperando una respuesta. Pero nadie dijo nada. Todos, hasta los que lo veían por televisión, estaban rojos de vergüenza, recordando la última vez que habían tirado un papel o un poco de aceite al suelo. Y todos los que lo vimos, seguimos recordando cómo unos inocentes marcianitos nos hicieron darnos cuenta de lo poco que cuidábamos el planeta.